HAPPINES ONLY REAL WHEN SHARED
Con Eddie Vedder cantando unas canciones de otro mundo, disfruté de una película fuera de lo común. Es de Sean Penn, sabemos que siempre está en la vereda de enfrente, con lo cual no debería llamarme la atención su crítica a la sociedad de consumo norteamericana.
Por una cadena de recomendaciones y las maravillas de la comunicación-en-tiempo-real de internet, vi un dia Into The Wild sola, y se lo comenté a mis amigos de Santa Fe (quienes ya la habían visto) y a los de Rosario (quienes la verían dos días después). Hay opiniones encontradas, pero a la gran mayoría nos pareció excelente. Como película, como historia, logra su cometido: dispara emociones y reflexiones de todo tipo.
Hace unas semanas con el co-autor de este blog, D-pló, vimos "Las flores del cerezo" y halábamos justamente del poder que tienen ciertos directores al permitirte movilizar un montón de cosas con sólo una imagen o un diálogo entre actores extraños que se vuelven cómplices. A mi Into The Wild me generó eso.
Quizás sea un agravante su contenido filosófico-político, que es particularmente algo que me gusta y me interesa, o ese romanticismo (en su sentido literal) que todos tenemos latentes pero reprimimos para continuar con nuestras vidas en una sociedad. Es esa es más o menos la idea de la película para mi. No les voy a contar el final.
Sospecho que todos lo habremos sentido alguna vez, pero voy a hablar por mi misma: un día, un par de días, cada tanto, dan ganas de no ser parte de un colectivo; dan ganas de no estar midiendo lo que decimos/hacemos/queremos decir/queremos hacer por estándares impuestos, sino irnos a un lugar afuera de algo. Después volver, claro, con las pilas recargadas y una cuota extra de opinión crítica.
¿Es posible eso realmente? No sé si es posible, de hecho creo que no...
Por una cadena de recomendaciones y las maravillas de la comunicación-en-tiempo-real de internet, vi un dia Into The Wild sola, y se lo comenté a mis amigos de Santa Fe (quienes ya la habían visto) y a los de Rosario (quienes la verían dos días después). Hay opiniones encontradas, pero a la gran mayoría nos pareció excelente. Como película, como historia, logra su cometido: dispara emociones y reflexiones de todo tipo.
Hace unas semanas con el co-autor de este blog, D-pló, vimos "Las flores del cerezo" y halábamos justamente del poder que tienen ciertos directores al permitirte movilizar un montón de cosas con sólo una imagen o un diálogo entre actores extraños que se vuelven cómplices. A mi Into The Wild me generó eso.
Quizás sea un agravante su contenido filosófico-político, que es particularmente algo que me gusta y me interesa, o ese romanticismo (en su sentido literal) que todos tenemos latentes pero reprimimos para continuar con nuestras vidas en una sociedad. Es esa es más o menos la idea de la película para mi. No les voy a contar el final.
Sospecho que todos lo habremos sentido alguna vez, pero voy a hablar por mi misma: un día, un par de días, cada tanto, dan ganas de no ser parte de un colectivo; dan ganas de no estar midiendo lo que decimos/hacemos/queremos decir/queremos hacer por estándares impuestos, sino irnos a un lugar afuera de algo. Después volver, claro, con las pilas recargadas y una cuota extra de opinión crítica.
¿Es posible eso realmente? No sé si es posible, de hecho creo que no...