21 feb 2011

Televisión ¿la sartén por el mango?

No es algo nuevo lo que me propongo expresar a continuación (novedad, diletante), tengo plena conciencia de que la influencia de la televisión en la sociedad es un tema tan trillado como la juventud y el alcohol.

Permítanse aceptar mis disculpas del caso y dense la oportunidad de repensar el actual vínculo

que nosotros, seres urbanitas, mantenemos con el mejorbarómetro - aunque dista mucho de ser un espejo fidedigno - de nuestra vida cotidiana que es la instaladísima y mal llamada caja boba.

Prácticamente todos los días en los diferentes canales escuchamos decir frases como "por decisión de la gente" o "momento histórico" refiriéndose, la gran mayoría de las veces, a sucesos más bien anecdóticos cuya trascendencia, medida cuidadosamente minuto a minuto, no llega a superar más que un par resúmenes super-editados por parte de programas hechos sobre la base de tapes ajenos a falta de contenido propio.

Pero como bien dice el viejo dicho: la culpa no es del chancho sino de quien le da de comer. Con esto quiero apuntar la mirada hacia el otro lado del show mediático: el televidente, la audiencia, el público.

Por ejemplo, es extendida la creencia en el mito de que cualquier sujeto que enciende la pantalla chica desde la comodidad de su living está contribuyendo al rating de tal o cual programa. Esto no puede estar más alejado de la realidad puesto que IBOPE realiza sus mediciones basándose en los people meter – aparatitos instalados en una muestra de 810 hogares distribuidos por Capital Federal, Gran Buenos Aires, Rosario, Córdoba y Mendoza que registran minuto a minuto el consumo televisivo de los habitantes de un hogar.-


A ello habría que agregar que la colecta diaria, como bien dice la página oficial del IBOPE Argentina, difícilmente alcanza a todos los hogares intervinientes, dado que los datos se reciben por línea telefónica y en algunas ocasiones por razones de diversa índole, no es posible establecer la comunicación. Es decir, que ni siquiera se colecta información de la totalidad de esos 810 hogares con equipos instalados. Una última aclaración al respecto que vale la pena dejar asentada para acentuar el limitado alcance del mentado rating: para medir la audiencia en el resto del país sólo se realizan mediciones discontinuas (una o dos veces por año) en Mar del Plata, Santa Fe/Paraná, Bahía Blanca, Alto Valle y Gran Tucumán utilizándose el método de cuadernillo auto-administrado, no los people meter.

Por lo tanto, es muy probable que aquel devoto o detractor de determinado tipo de programa no vea reflejadas sus preferencias en esas mediciones de audiencias que, criticadas o absolutizadas, tanta publicidad y atención merecen semana tras semana, ciclo tras ciclo.

No obstante, no debe creerse que el televidente peca de ingenuidad únicamente. Cada día que pasa los artilugios televisivos son cada vez más y mejor adaptados a las diferentes realidades de aquellos. Con esto último se me viene a la cabeza el odioso ejemplo del reclamo de la presencia de las cámaras por parte de los afectados por situaciones no tan extraordinarias como las protestas sociales o los hechos delictivos.

¿Es que llegamos al punto en el que las manifestaciones sociales solo tienen validez si cuentan si hay un lente captando lo que pasa? Sinceramente creo que esto puede responder a una gran variedad de causas que no pretendo definir taxativamente.

Una de ellas es la profunda desconfianza hacia todo el aparato político a la hotra de actuar como mediador (ni siquiera como solucionador o apaciguador) de conflictos y diferencias sociales.

La otra causa que se me ocurre es esa necesidad de formar parte de algo importante que casi todos tenemos como buenos animalitos de Dios somos. Lo “importante” en estos días que corren está dada por la atención mediática que el hecho despierta; la cobertura más que el acontecimiento en sí. Ojo, la televisión hace rato que se dio cuenta de ello y es por eso que supedita continuamente todo veredicto final a la opinión, al voto del público en general el cual, al parecer, disfruta –en forma participativa o no – de este círculo vicioso que viene a hacer las veces de (y permítanme el término, politólogos) una democracia directa. Eso sí, una democracia sumamente satirizada a la vez que configurada acorde a las diversas líneas editoriales que se esfuerzan por ocultar, en mayor o menor medida, tras un manto de pluralidad objetiva de dudosa independencia respecto de sus efectos redituables.

Sé que este tema es inagotable, por lo que estaría bueno que me acerquen sus impresiones y opiniones al respecto.

13 feb 2011

Catch a dream


¿Cuál es el punto que dictamina el corte entre el sueño de la realidad? Muchas veces lo onírico toma tanta fuerza y claridad que sacude hasta los basamentos más profundos e incuestionables de nuestra vida diaria. ¿Serán ilusos los que deciden guiarse por esas clarividencias breves? ¿Estará bien abandonar los sueños al olvido luego de que nos levantamos?

Nunca tuve los pies sobre la tierra, siempre me gustó volar. A veces planeaba alto, otras - la gran mayoría - lo hacía bajito, bajito y en las peores condiciones que yo mismo me imponía. Hoy decidí dejar el vuelo de cabotaje. No digo "de una vez y para siempre" porque para eso debería cambiar el avión con el que nací y para eso se necesitan no meses, sino años y hasta décadas de terapia y autorreflexión.

Lo único que espero de mí y de todos mis seres queridos es que prendan motores y marchen bien, pero bien lejos alcanzando esos destinos exóticos que todos - absolutamente todos -encerramos bajo tres vuelta candado en lo más íntimo de nuestros standarizados seres. Es que si uno no es fiel a sí mismo, es muy difícil sentirse en plenitud.


6 feb 2011

Serás lo que debas ser, o serás... político


Las traducciones del alemán al español dejan lugar a ciertas "lagunas" que pueden generar controversia. Mil veces escuchamos que si Marx dijo condiciona o determina, o cosas asi. Algo parecido pasa con un escrito de Max Weber, donde la confusión que abre da lugar a la reflexión a continuación: ¿La política como profesión o como vocación?.
Se ha estado hablando del tema últimamente porque con bombos y platillos el PRO anuncia la posible candidatura a Gobernador de Santa Fe de Miguel Torres del Sel, cómico santafesino (y tatengue) al que le elogian más sus piernas con minifalda cuando caracteriza a la Tota que su sapiencia y compromiso social.
Sin embargo, que una figura de afuera (el famoso y conocido Outsider) del ámbito político/partidario busque y/o consiga ocupar un puesto ejecutivo no es una novedad. Ser político es más una profesion, aunque sin dudas que habrá quienes tengan esa vocación. No se estudia para ser político, uno no cuelga en la pared un título habilitante para ser político. Sí, politólogo que no es lo mismo. En nuestro fuero interno será cuestión de pensar (o no) que un título de grado en ciencia política, antropología, sociología, filosofía o lo que sea con un fuerte y profundo bagaje intelectual es aquello que nos permite una estructura de pensamiento más apropiada para llevar las riendas de una sociedad; o que muchos libros y mucha intelectualidad no hace gestores eficientes que resuelvas soluciones prácticas, sino que enriquecen tan sólo una linda tarde-noche tomando café; o que es en el ámbito de la gestión empresarial (les aseguro que esta sola idea hace temblar de horror a mi pobre fuero interno) donde el hombre aprende a ser ejecutivo y eficiente.
La historia democrática de nuestro país nos dice que la mayor parte de los hombres y mujeres que fueron Presidentes, tienen formación universitaria de la rama del derecho: 17 fueron abogados. 2 médicos también. Otros tantos fueron militares (diecisiete), pero bien aclaré que me refiero a la historia democrática, y no a los gobiernos de facto.
La utilización de figuras populares para candidaturas políticas es el menemismo en su salsa. Pizza, champagne y farándula. Varias veces dije que los noventas parecen una época de borrachera donde todo podía tomarse a la joda. Era fácil perder el foco. Casi siempre había un famoso metido en una escándalo con la ley, y en vez de investigar con profundidad el hecho ilícito, nos daban de comer al famoso.
Los deportistas en los noventas ocuparon puestos importantes, y aca no hay dudas: serás el mejor en tu área, pero de ahí a hacer política hay una distancia importante. Algunos siguen hasta hoy (Cerati dixit), como Daniel Scioli que con perfil bajo (o haciéndose el boludo, diría Felipe) se acomodó al lado de cada uno. ¿Y Reuteman? figura-hombre referencia del peronismo disidente, nos gobernó en Santa Fe dos veces y hasta se da el lujo de aparecer nombrado en es escándalo de Wikileaks, pero nunca ganó una carrera automovilísitca. Hugo Porta, un icono del rugby argentino fue Embajador en Sudáfrica y Secretario de Deporte (1996 - 1997).
Sólo destacando figuras del deporte vemos que la política como vocación da lugar a la política como profesión. Se vive de la política, no para la política. Y no me hagan hablar de empresarios multimillonarios que de pronto se les despertó el bichito político y se les ocurrió "ser parte" de algo. Porque en este terreno sí que me peleo con Max Weber, el Estado es todo menos una Empresa. Las reglas de la eficiencia y la maximización de ganancias no tienen lugar cuando lo que está en juego es la vida de la gente. Macri, teléfono.

1 feb 2011

Cuando me muera quiero convertirme en TT

Últimamente estoy obsesionado con el carácter efímero que encierra el mundillo de las redes sociales globalizantes y no puedo dejar de contraponerlo a la necesidad de posteridad que todo ser humano posee, en forma encubierta o no.
Me resulta imposible no recaer en curiosidades morbosas al respecto: ¿nuestras lápidas mostrarán la cantidad de "amigos" -comillas nunca mejor empleadas- de Facebook que supimos conseguir? ¿o bien seremos recodados por nuestros tweets más retwiteados siguiendo el hashtag (¡cuántos extranjerismos en una sola oración!) del momento?
Realmente lo dudo. Como así también descreo de esa vida 2.0, por más atrayente que sea, que parece empeñada en suplantar o al menos supeditar a sus caprichos a la otra, a la vida real, que está bien, viene con mayores tragos amargos pero también es infinitamente mucho más plena que aquella.
Probablemente me encuentre con opiniones que dirán que lo uno no necesariamente quita lo otro. Puede ser, pero es indudable la existencia de una temible vigorosa tendencia, disfrazada de moda pasajera, que vuelve cada vez más necesaria la actualización en el espacio virtual de lo que hacemos y pensamos cada día.
No pretendo hacer una "revolución islámica" (sic), sólo me gustaría que por un momento nos detengamos a pensar en esta locura, adictiva sí, que nos conlleva - a algunos más que a otros - a reducir la tan anhelada conquista social de la privacidad.
Y a los que no participan de ninguna red social ¿nunca escucharon aquel dicho que reza que la anti-moda es, a fin de cuentas, otra forma de moda?
Tal vez sea injusto el hecho de hacer comparecer a cualquier elemento de nuestro trajinar diario con algo tan absoluto como la muerte, aclaro que ello fue a propósito ya que creo que la muerte, mal que nos pese, es el único evento que logra colocar nuestras cosas en perspectiva. Quizás peque de ser demasiado pesimista o un poco existencialista, pero indudablemente hoy me ubico, en contra de lo cotidiano, un poco más lejos de la frivolidad.