6 feb 2011

Serás lo que debas ser, o serás... político


Las traducciones del alemán al español dejan lugar a ciertas "lagunas" que pueden generar controversia. Mil veces escuchamos que si Marx dijo condiciona o determina, o cosas asi. Algo parecido pasa con un escrito de Max Weber, donde la confusión que abre da lugar a la reflexión a continuación: ¿La política como profesión o como vocación?.
Se ha estado hablando del tema últimamente porque con bombos y platillos el PRO anuncia la posible candidatura a Gobernador de Santa Fe de Miguel Torres del Sel, cómico santafesino (y tatengue) al que le elogian más sus piernas con minifalda cuando caracteriza a la Tota que su sapiencia y compromiso social.
Sin embargo, que una figura de afuera (el famoso y conocido Outsider) del ámbito político/partidario busque y/o consiga ocupar un puesto ejecutivo no es una novedad. Ser político es más una profesion, aunque sin dudas que habrá quienes tengan esa vocación. No se estudia para ser político, uno no cuelga en la pared un título habilitante para ser político. Sí, politólogo que no es lo mismo. En nuestro fuero interno será cuestión de pensar (o no) que un título de grado en ciencia política, antropología, sociología, filosofía o lo que sea con un fuerte y profundo bagaje intelectual es aquello que nos permite una estructura de pensamiento más apropiada para llevar las riendas de una sociedad; o que muchos libros y mucha intelectualidad no hace gestores eficientes que resuelvas soluciones prácticas, sino que enriquecen tan sólo una linda tarde-noche tomando café; o que es en el ámbito de la gestión empresarial (les aseguro que esta sola idea hace temblar de horror a mi pobre fuero interno) donde el hombre aprende a ser ejecutivo y eficiente.
La historia democrática de nuestro país nos dice que la mayor parte de los hombres y mujeres que fueron Presidentes, tienen formación universitaria de la rama del derecho: 17 fueron abogados. 2 médicos también. Otros tantos fueron militares (diecisiete), pero bien aclaré que me refiero a la historia democrática, y no a los gobiernos de facto.
La utilización de figuras populares para candidaturas políticas es el menemismo en su salsa. Pizza, champagne y farándula. Varias veces dije que los noventas parecen una época de borrachera donde todo podía tomarse a la joda. Era fácil perder el foco. Casi siempre había un famoso metido en una escándalo con la ley, y en vez de investigar con profundidad el hecho ilícito, nos daban de comer al famoso.
Los deportistas en los noventas ocuparon puestos importantes, y aca no hay dudas: serás el mejor en tu área, pero de ahí a hacer política hay una distancia importante. Algunos siguen hasta hoy (Cerati dixit), como Daniel Scioli que con perfil bajo (o haciéndose el boludo, diría Felipe) se acomodó al lado de cada uno. ¿Y Reuteman? figura-hombre referencia del peronismo disidente, nos gobernó en Santa Fe dos veces y hasta se da el lujo de aparecer nombrado en es escándalo de Wikileaks, pero nunca ganó una carrera automovilísitca. Hugo Porta, un icono del rugby argentino fue Embajador en Sudáfrica y Secretario de Deporte (1996 - 1997).
Sólo destacando figuras del deporte vemos que la política como vocación da lugar a la política como profesión. Se vive de la política, no para la política. Y no me hagan hablar de empresarios multimillonarios que de pronto se les despertó el bichito político y se les ocurrió "ser parte" de algo. Porque en este terreno sí que me peleo con Max Weber, el Estado es todo menos una Empresa. Las reglas de la eficiencia y la maximización de ganancias no tienen lugar cuando lo que está en juego es la vida de la gente. Macri, teléfono.

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